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Escribir para arraigarse

Entro en una librería y tengo una sensación de amplitud y silencio. Mayo es buen momento para lecturas que obtienen el beneficio de la pausa

Interior de la librería Mitja Mosca de Badalona. / EPC / MANU MITRU

Es mayo, entro en una librería y tengo una sensación de amplitud y silencio, como de domingo por la mañana en un barrio tranquilo de la gran ciudad. No me refiero a los clientes, sino a las mesas de novedades. Un mes después de Sant Jordi ha quedado atrás el atasco en el tráfico y los libros se ordenan con calma. Es la hora de quien puede evitar las aglomeraciones sabiendo que tiene lectores que le están esperando, como Irene Solà con la novela 'Et vaig donar ulls i vas mirar les tenebres' (Anagrama); es la hora de las reediciones con aires de novedad, como 'La festa de Gerald' de Robert Coover (Quaderns Crema). Y también es un buen momento para lecturas que obtienen el beneficio de la pausa, como 'Matar el nervi' de Anna Pazos (La Segunda Periferia).