En los meses del #MeToo, cuando el feminismo se hizo más fuerte y unido, diversas entidades implantaron protocolos contra el acoso sexual o mejoraron sus planes de igualdad. Desde instituciones superiores como el Parlamento Europeo hasta universidades. Parecía un paso más pero, después de ver a veces cómo se usan también estas cuestiones para hacerse la foto de turno y que luego quede todo en papel mojado, había que ser prudente en las intenciones. Las víctimas que ahora hablan demuestran que muchos de esos protocolos no fueron más que un brindis al sol.
#MeeToo en la universidad Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Protocolos contra el acoso sexual que no funcionan
Hay universidades que piensan, más que en proteger a las víctimas, en proteger a unos acosadores que dan poder a la propia academia
La mitad de las empresas carece de protocolo contra el acoso sexual, pese a ser obligatorio
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