La Tribuna Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Las náuseas de Pablo Iglesias

Coincidiendo con el desencuentro entre el Kremlin y Vox, Pablo Iglesias no ha cesado de apelar a la fibra antiyanqui que sigue existiendo en una parte de la izquierda española

Inna Afinogenova junto a Pablo Iglesias, en su presentación en el podcast ’La Base’. / Público

Si no me falla el buscador, la última vez que Santiago Abascal se pronunció de manera contundente sobre la invasión rusa de Ucrania fue en a principios de 2022, cuando condenó "el brutal ataque a la soberanía de Ucrania" y exigió a Vladímir Putin que diera marcha atrás. Era poco antes de un viaje a Polonia donde el líder de Vox sostendría que el gobierno ultraconservador y populista de Mateusz Morawiecki mostraba el camino a la derecha europea. Desde entonces, Abascal ha moderado su perfil y ha preferido no hacer declaraciones que pudieran molestar a su otro gran cofrade, Viktor Orbán, el principal sostén de Moscú en la Unión Europea, y a las bases de Vox fascinadas por el 'machoman' que cabalga por las estepas rusas a pecho descubierto. Su prudencia no parece haber surtido efecto. Putin nunca le perdonó aquel alineamiento con los polacos y empezó a pensar que Vox ya no le resulta útil para socavar el gobierno de Pedro Sánchez, uno de los más comprometidos con Ucrania.