El cráter del Ngorongoro es un paraíso: elefantes, búfalos, hipopótamos, cebras, grullas, carracas, escarabajos... Y para mantener el equilibrio ecológico de semejante explosión de biodiversidad no faltan leones, guepardos, hienas, águilas... y el chacal dorado. Este bello cánido se mueve en pareja –hembra y macho– alternando el carroñeo con la caza de pequeñas presas. Al contrario que el invisible leopardo –emboscado en la espesura– y del amenazado rinoceronte negro, el chacal dorado (‘Canis aureus’) es pródigo en poses y bostezos a poca distancia de investigadores y fotógrafos. Y así se lo expliqué a mi hijo cuando, recientemente, viajó a Tanzania. Al cabo de unos días telefoneó desde el Ngorongoro. Había visto de todo; leonas, ñus... incluso al rino. Pero, ¡ni rastro del chacal dorado!
Fauna discreta Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
El chacal dorado, el lobo y otros seres invisibles
La invisibilidad jamás hemos de imponerla invadiendo el territorio o eclipsando la memoria de otros seres
Dos especímenes de chacal dorado /
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