La espiral de la libreta Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

El largo verano de las piscinas vacías

El problema no son los melocotoneros de Quimet o la piscina de la señora Paquita en concreto, sino el narcisismo de la especie en su conjunto. Llegó el fin de la abundancia

Las piscinas en suelo rústico.

Sábado de Gloria, y nada, no hay forma, no llueve ni a tiros, ni aun sacando en procesión a la Mare de Déu dels Torrents. Tampoco surte efecto el mantra de una canción que escucho en bucle desde hace semanas, aquel viejo tema de los Creedence, «I want to know, have you ever seen the rain?». La situación se acerca a un punto crítico. El plan antisequía de Pere Aragonès no ha conseguido adhesiones porque, con las elecciones municipales en puertas, nadie quiere colocarse en el chaleco la estrella sancionadora de ‘sheriff’, aunque, de todas formas, la multas para moderar el uso del grifo no constituyen la solución, sino el chocolate del loro. Los campos de golf, las fugas en los sistemas de canalización, la afluencia masiva de turistas —solo en Lloret de Mar la población salta de 40.000 habitantes a 150.000 durante los meses estivales—, la inacabada conexión Ebro–Ter–Llobregat y el riego a manta, por inundación, en la mayoría de las explotaciones agrícolas: todos estos factores y el aplazamiento de las decisiones clave suman en un goteo fatal que desborda la ecuación. Y no se trata de una de las sequías recurrentes de la cuenca mediterránea, sino de un fenómeno de mayor envergadura, el impacto del cambio climático, que también está secando los acuíferos subterráneos. La escasez de agua será la norma en adelante.El mito de Narciso

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