Almuerzo de amigos un domingo soleado. Comemos y hablamos, pero en lugar de arreglar el mundo nos dedicamos a certificar el desastre. La sequía, los pantanos vacíos, incendios en un sitio e inundaciones en otro, la crisis climática y la desigualdad económica... Con el título de su última y excelente novela, Ada Castells da un nombre a estas sensaciones: Solastàlgia, el dolor de quien se sabe testigo de la destrucción de la Tierra, junto con el parco consuelo de saberlo. Hablamos y estamos de acuerdo en que el problema va más allá de las personas y son las multinacionales las que deberían tomar medidas. Y los gobiernos. Penalizar los combustibles fósiles, por ejemplo, pero las cumbres del clima son siempre un fracaso disfrazado de éxito. Los niños corren y juegan en el jardín. Alguien dice: “Nosotros no lo veremos, pero ellos sí”.
Pensar el futuro Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
La puesta de sol más hermosa
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Las emisiones por el petróleo siguieron aumentando notablemente
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