En las calles de nuestras ciudades sobreviven cementados a las aceras miles de buzones azules. Llevan una existencia casi incorpórea. Nuestra mirada los atraviesa sin verlos. Están ahí, como otras tantas cosas delante de nuestras narices, pero nadie pasa ante uno, se detiene y exclama gratamente sorprendido: «Caramba, un buzón azul. ¡Toma ya!». Podemos llegar a ver los buzones amarillos, porque viven todavía varias generaciones que nos acercamos a ellos para dejar caer dentro una carta. Pero el buzón azul, antes verde, es de uso exclusivo para carteros, que custodian en él la correspondencia que después reparten por la zona.
Parece una tontería Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Buzón azul
Nunca está en el medio, como una farola o un semáforo, así que no te lo encontrarás por accidente
Un buzón de alcance recién pintado de azul, en Barcelona. /
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