José Luis de Vilallonga, insigne parisino de adopción, hablaba en sus magníficas memorias de "esos días en los que uno se esfuerza por no odiar París". Son estos unos idus de marzo de mucha convulsión junto al Sena, de huelgas y manifestaciones, de colère no resignada contra el Gobierno, de catilinarias en el Parlamento y basuras acumuladas en las calles, desechos que por la noche son pasto de incendios provocados por jóvenes pirómanos con banderas rojas y capuchas negras que, desde hace unos días, saben que van a tener que trabajar más años para poder jubilarse.
Le Fumoir
La noche que murió Hugo Chávez
París está en Fallas, y los sindicatos no parecen querer indultar al ninot de Macron | Esas imágenes de hogueras por doquier no son raras en una ciudad que vive episodios recurrentes de revueltas y sobresaltos políticos desde el siglo dieciocho
Leonard Beard /
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