El 1 de septiembre de 2021 era una fecha marcada en rojo en Catalunya: la AP-7 (junto con tramos de la AP-2 y la C-35) pasaba por fin a ser gratuita. Había sido una reivindicación histórica de los partidos catalanistas, que por aquello de las comparaciones odiosas con Madrid (en este caso sus escandalosas autopistas semivacías rescatadas con el dinero de todos y además duplicando a autovías gratuitas), había hecho de los peajes, en los tiempos remotos del 'pre-procés', un símbolo del malestar nacional. Sin embargo, más de un año y medio después de la liberación de los peajes, el panorama de la AP-7 no puede ser más sombrío. La vía más importante del país ha sufrido un colapso colosal: el tráfico ha aumentado un 26% y el de camiones un 36%, con el consiguiente aumento dramático de accidentes, que se han duplicado. La Generalitat anunció hace unos días otra batería de medidas para intentar frenar esta terrible hemorragia de heridos y muertos, que van desde limitación de la velocidad o la limitación de circulación de camiones en algunos tramos hasta el uso de drones o implementación de radares.
Autopista sintomática Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
La AP-7, espejo roto de Catalunya
si no hemos sido capaces de tener un plan para la AP-7, quizá es porque, aunque no lo admitamos, tampoco lo tenemos para Catalunya
Colas en la AP-7 entre La Granada del Penedès y Vilafranca del Penedès /
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