Me encanta leer dietarios, incluso los fragmentos que fijan el instante vacío, como la entrada con que Katherine Mansfield estrenó el año 1920: "Secando higos en la estufa y calcetines blancos secándose en la chimenea. […] Llueve pero hace calor". La nada cotidiana, el tiempo como manantial, las cosas minúsculas de la vida, a decir de mi admirado Iñaki Uriarte, "la pequeña molestia en la rodilla al darme la vuelta en la cama, el pequeño catarro que no acaba de irse, el pequeño sonido de la fuga de agua que llega desde el cuarto de baño, el pequeño agravio de X esta mañana, que persiste en la memoria". Los diarios de Thomas Mann rebosan de óperas e indisposiciones estomacales.
La espiral de la libreta Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
La prosa enjuta y funcional de Villarejo
Sobre los diarios y cuadernos del excomisario. El día a día de la corrupción
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