China llena a toda prisa el vacío político dejado en Oriente Próximo por Estados Unidos, cuya retirada de la región se hizo patente durante la presidencia de Barack Obama y fue todavía más evidente durante la presidencia de Donald Trump. El restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudí, logrado por la diplomacia de Pekín siete años después de la ruptura y anunciado el día 10, cambia por completo la configuración de las grandes líneas de fuerza en la región, diseñadas durante decenios por la Casa Blanca. Como ha escrito Alain Frachon en Le Monde, China se adentra por “territorios que apenas ha frecuentado” y se convierte en la potencia más influyente en la gestión, quizá pacificación, de viejos conflictos enquistados: Siria, Líbano y Yemen. Y cambia por completo el enfoque de las conversaciones entre Estados Unidos e Irán, largamente estancadas, relativas al programa nuclear iraní, próximo a lograr uranio enriquecido al 90%.
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China aterriza en Oriente Próximo
El asesor de seguridad saudí Musaad bin Mohammed Al Aiban estrecha la mano al secretario del Consejo de Seguridad Nacional iraní, Ali Shamkhani, en presencia del director de la oficina de la Comisión de Asuntos Exteriores Wang Yi, el pasado 10 de marzo en Pekín. /
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