Artículo de Andreu Claret Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Súria: la mina que cambió un pueblo

Este último accidente tenía que haberse evitado. Iberpotash, el actual propietario de la mina, debe adoptar las medidas oportunas para que esta tragedia no vuelva a producirse

Homenaje en Suria a los geólogos fallecidos, este viernes. / Oscar Bayona

No todos los habitantes de Súria trabajan en la mina o viven de ella. Pero la mina es el latido del pueblo desde que se descubrió que en sus entrañas había potasa, y esto explica el impacto del accidente que ha acabado con la vida de tres jóvenes en el pozo de las Cabanasses. Aunque no fueran hijos de Súria, su muerte ha traumatizado a una población que lleva la mina en el recuerdo y en el alma desde principios del siglo XX. Desde entonces, la mina lo es todo, para bien y para mal. Cuando mi abuela, que vivía en el viejo pueblo amurallado, vio llegar a los extranjeros que horadaban la tierra para extraer la potasa, advirtió de que las montañas no las había concebido Dios para que los hombres las manosearan a su antojo. Los dueños de la mina eran entonces belgas de la multinacional Solvay y aportaron un progreso que mi padre y alguno de sus hermanos supieron captar. Súria vivió una revolución que cambió muchas mentalidades y que abrió el pueblo al mundo, empezando por un tren que permitió alcanzar Manresa sin el trajín de los carruajes. Muchos jóvenes aprovecharon aquella sacudida para empezar a creer en el progreso y en una vida mejor.