Pasaron dos minutos entre que mi hija se sentó a la mesa para cenar, después de 15 llamándola, y le puse el plato delante. Debieron de ser dos minutos intolerables, tediosísimos, inhumanos, porque cuando había transcurrido solo uno, dijo con una voz realmente afligida: «Me aburro». No advertí reproche en el tono porque estuviese haciéndola esperar demasiado por la comida. Más bien pronunció «Me aburro» abrumada por el sinsentido de la existencia cuando no tienes nada que hacer, ni margen para hacerlo, y tampoco se te ocurre qué podrías hacer. «Supongo que la vida se te hace insoportable después de un minuto con los brazos cruzados, ¿no, cariño?». Me miró suspicaz, porque apenas está empezando a familiarizarse con la ironía, y sus propósitos y funcionamiento.
Parece una tontería | Artículo de Juan Tallón Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Me aburro
Vivir bajo la demanda de un entretenimiento constante es agotador
Taller de costura organizado en un domicilio por el centro de ocio infantil La Villa. /
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