Aún era poco más que una voluntad: llamarse Iván en vez de Alana, iniciar un proceso de transición de género. Sus padres no lo sabían, pero sí sus compañeros de escuela, que se burlaban. Su suicidio y la tentativa de su hermana nos han conmocionado. Respetar la voluntad, el nombre de Iván, no solo parece un postrero reconocimiento, sino un intento de ayudar a aquellos adolescentes LGTBIQ+ que puedan sufrir el estigma. Pero hemos tenido que convertir ese gesto en una batalla campal, jugando con el dolor para convertirlo en artillería pesada, despojando de toda posibilidad de bondad las decisiones del adversario ideológico y alimentando la trinchera propia, aunque sea a base de carnaza podrida.
Error del sistema | Por Emma Riverola Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Líderes del derrumbe
El debate público vive en un permanente estado de alerta, y se magnifican anécdotas para convertirlas en agravios dignos de campañas bélicas
Muestras de duelo ante el domicilio de los gemelos en Sallent.
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