La policía no le daba credibilidad, tampoco los numerosos expertos que trabajaron durante años en el caso de Madeleine McCann. La posibilidad de que Julia Faustyna Wendell fuera la niña desaparecida en 2007 era ínfima. Aun así, las dudas que expresó la joven polaca de 21 años acapararon una atención inusitada. La esperanza de un milagro, el poder de las redes, el recuerdo de un caso angustioso y buenas dosis de morbo convirtieron el caso en una suerte de juego de investigación colectivo en vivo. Al fin, descartado el prodigio, solo quedan las ansias de popularidad de una joven y la sombra de un trastorno mental.
Limón & Vinagre | Artículo de Emma Riverola Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Julia Faustyna Wendell: mírame, necesito que me mires
El caso Wendell no deja de ser paradigmático. Se generó una avidez informativa que los medios atendieron, los expertos de aquí y allá avivaron y la maquinaria del espectáculo espoleó
Fotografia del ’book’ de Julia Faustyna como modelo, tomada en 2019. /
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