Limón & Vinagre | Artículo de Josep Maria Fonalleras Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Nicola Sturgeon, la chica que escuchaba The Proclaimers en Irvine

En su casa, el ambiente familiar era independentista, pero ella entró en el mundo de la política empujada por la figura de Margaret Tatcher. Es decir, en contra de Tatcher

Sturgeon

Cuando, hace una semana, tras el atril de la sala de prensa de la Bute House, Nicola Sturgeon presentó su dimisión como ministra principal de Escocia, una de las cosas que dijo es que, cada mañana, cuando se levantaba se convencía a sí misma de que tenía todo lo necesario para “seguir adelante”. Repitió tres veces “keep going”, pero después añadió: “Más tarde, me doy cuenta de que quizás no es exactamente así”. Reconoció que hacía días que "el mar está picado" y que nadaba en medio de "choppy waters", pero que la decisión no era una consecuencia de las últimas polémicas, sino que provenía de "una evaluación más profunda, más a largo plazo". No hacía mucho que había declarado a la BBC que todavía tenía energías, pero el día de su renuncia reconoció que no lo había decidido a toda prisa ni bajo presiones del partido (el SNP): “He estado luchando con esta idea, aunque con niveles de intensidad fluctuantes, durante semanas”. Después, toda ella de un rojo intenso (un carmesí uniforme en el vestido chaqueta y en la blusa, el monocromatismo habitual de Sturgeon), subió las escaleras que llevan a las estancias privadas y desapareció del agitado panorama escocés, aunque mantendrá el cargo hasta que el SNP encuentre sucesor o, más probablemente, sucesora.