Hubo un tiempo en el que la vida privada se caracterizaba, curiosamente, por ser privada. Ya no. Ahora tus asuntos te pertenecen a ti, y seguramente a todo Cristo. Y, sin embargo, una vida normal, razonable, se hace difícil sin conversaciones privadas y francas. Para que una amistad funcione, para que funcione una relación, una familia, un negocio, incluso un Estado, tienes que poder pronunciarte en algún momento con franqueza, bajo la tranquilidad de que no serás escuchado y de que esa conversación no saldrá del círculo en el que se produjo. Pero ¿cómo? La franqueza deja ya muchas huellas, y antes o después sale a la luz. Vivimos inmersos en una estructura de vigilancia constante. ¿Cómo estar del todo cómodo haciendo una confidencia?
Parece una tontería | Artículo de Juan Tallón Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Sin franqueza, por favor
Pocas cosas se pierden para siempre en la discreción. En el momento menos pensado hallan un resquicio por el que salen y quizá te destrocen de alguna manera
Desayuno y confidencias en un bar de la plaza de Eivissa del barrio de Horta. /
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