GOLPE FRANCO

Vergüenza propia, vergüenza ajena

Joan Laporta, durante una comparecencia en el Auditori. / VALENTÍ ENRICH

Cuando murió Jesús Polanco, el muy importante empresario de prensa que dirigió Prisa y presidió El País, Joan Laporta era presidente del Fútbol Club Barcelona. Era al principio del verano de 2007, por entonces Serrat y Sabina hacían una gira mediterránea que fue famosa y que en esos momentos yo me había encargado de cubrir como reportero. El fallecimiento del empresario que había dirigido los destinos del periódico al que en ese momento pertenecía me retuvo en Madrid y aquella mañana, en el tanatorio, eso me permitió conocer a Joan Laporta. Entonces era mucho más flaco, igualmente sonriente. Llevaba corbata azulgrana, un escudo igualmente culé, adornado con un brillante, en la solapa, y una disponibilidad propia de un deportista feliz. Era, por decirlo así, mi presidente.