El desliz | Artículo de Pilar Garcés Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Contenedores vendo y para mí no tengo

Queremos ver a la izquierda divina de Palma, que habita posesiones heredadas y que observa el crecimiento urbanístico desaforado sin hacer otra cosa que algún tuit lacrimógeno, mudarse a un 'container' usado

El segundo bloque de contenedores de BCN alojará a 35 familias monoparentales. El edificio construido con módulos reutilizados se erige en Glòries y cuenta con 42 viviendas. / Ferran Nadeu

Para paliar la crisis habitacional la izquierda de Palma propone construir vivienda social a partir de contenedores de transporte marítimo. A cualquier lega en arquitectura de vanguardia le dices 'container' y se le vienen a la cabeza esas escenas de 'The Wire', con McNulty mirando la montaña de cadáveres de chicas víctimas de la trata dentro de uno de ellos, en la noche helada del puerto de Baltimore. Pero no, te dicen los expertos en tendencias y edilicia, y te enseñan casas muy chic armadas como legos a base de estas estructuras metálicas recicladas. Las menos feas, si bien aptas solo para los enamorados de las líneas rectas, son unifamiliares molonas y futuristas plantadas en amplios jardines con piscina o en acantilados impresionantes, cosa que te induce a sospechar que su precio final no será precisamente barato. Luego hay unos bloques de aspecto macizo parecidos a enjambres, que ya parecen acercarse más a la panacea que proponen nuestros imaginativos próceres: lugares estrechos para ciudadanos con presupuestos escasos, proyectados, eso sí, con miras muy amplias. ¿Se corroerán por efecto de la humedad marina en nuestra ciudad? ¿Se calentarán enseguida en invierno? ¿Se enfriarán fácil en estos veranos tórridos de ocho meses que se nos vienen encima? Cada vez que nos proponen una solución creativa para un problema de pobres, como es que un mercado inmobiliario carnívoro, cruel y descontrolado veta el acceso de buena parte de la población a un derecho fundamental, nos asaltan las dudas. Minipisos, pisos de contenedores, parques de caravanas estilo 'Nomadland'. No son sitios enamoradores a primera vista. Necesitamos algo más que una revista de diseño o un premio de construcción sostenible para animarnos a considerarlos una opción. Los contribuyentes, como Santo Tomás, queremos ver para creer.