Laura Borràs, presidenta suspendida del Parlament y dirigente de Junts, se presentó en el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya (TSJC) en la primera sesión de su juicio sola, muy sola. La acompañaban su marido y su hija, pero la soledad con la que se encontró Borràs no fue personal, sino política. Un puñado se simpatizantes quisieron estar con ella en el mal trance de este juicio por haber ayudado presuntamente a un amigo fraccionando contratos cuando dirigía la Institució de les Lletres Catalanes, pero fueron pocos. La lista de apoyos ilustres se podían contar con los dedos de las dos manos. Nadie del Govern, nadie de ERC, nadie de la CUP, ni rastro de las movilizaciones ni de la solidaridad transversal, más allá de las líneas partidistas, que el independentismo solía generar cuando de denunciar la represión del Estado se trata. «Good morning, Vietnam», tuiteó antes de la sesión el abogado de Borràs, Gonzalo Boye. A las puertas del TSJC, alguien tiró billetes falsos de 200 euros con la foto de Borràs.
Décima avenida | Por Joan Cañete Bayle Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
La soledad de Borràs
La presidenta suspendida del Parlament afrontó su primer día de juicio en el TSJC sin apoyo masivo en la calle
Laura Borràs, en su juicio ante el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya /
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