Artículo de Joan Tardà Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Felipe VI y Catalunya

La corrupción engendrada por el rey emérito, la incapacidad del actual monarca de convertirse en modelo de imparcialidad o su discurso arcaico en cuanto al incremento de la espiral armamentística no le ayudan a ganar simpatías

El rey Felipe VI preside en Barcelona la entrega de despachos a los nuevos jueces / JOAN CORTADELLAS

Aprobados los presupuestos de la Generalitat, el actual Gobierno republicano se ha asegurado la legislatura. Un trecho hasta 2025 que le tiene que permitir fijar el independentismo pragmático como estrategia para abrir una vía referendaria. Que la contraparte firmante haya sido el PSC lo hace todavía más relevante, porque pone en valor el axioma de que para la resolución del conflicto es imprescindible que republicanos y socialistas sepan compaginar competitividad y  colaboración. Efectivamente, una solución democrática España-Catalunya requiere el concurso de las dos fuerzas políticas que desde la centralidad aspiran a la hegemonía. Un hecho relevante que tanto loe hace coincidir en el interés de evitar el acceso de PP y Vox a la gobernabilidad del Estado, como inevitable es el reconocimiento por parte de Pedro Sánchez de la necesidad de los votos independentistas para aspirar a estar cuatro años más a La Moncloa. Es decir, allanar el camino para que todo pueda hacerse realidad en pocos meses.

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