El trasluz | Por Juan José Millás Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Palabras antiguas

Recuerdo frases enteras de mis padres a las que doy vueltas en el interior de la cabeza como el que monta y desmonta un mecano

Cárcel de Cáceres.

Me gusta la expresión "objeto mental" porque parece haber en ella una cierta contradicción, como si los productos de la cabeza no pudieran ser cosas. Ahora mismo cierro los ojos y me represento un autobús de color azul lleno de gente. Los viajeros van tan apretados que sus miembros se confunden. Yo me encuentro entre ellos y no sé si este brazo derecho es mío o de la persona que tengo al lado. De súbito, el brazo se mueve un poco sin que yo haya hecho intención de hacerlo, de donde deduzco que no me pertenece. Pero entonces, ¿dónde se encuentra el mío? Por fin doy con él, pero al poco descubro que también es de otro. Definitivamente he perdido una de mis extremidades, lo que me provoca un ataque de ansiedad que controlo diciéndome mentalmente palabras tranquilizadoras, como el que intenta calmar a un animal asustado. Me pregunto luego si las palabras son también objetos mentales y me respondo que sí.