Artículo de Juli Capella

Mejor mezclar que zonificar

La inminente implantación de los ejes verdes, sumado a esta planificación de usos, servirá para proteger un Eixample que necesita cuidado y mejoras, no dejarlo tal cual a la deriva

Ambiente en una de las terrazas de Enric Granados.

Las ciudades americanas se rigen por el 'zoning'. Esto es: una zona para trabajar, otra para divertirse y otra para dormir. Todo separado y especializado. Un desastre urbano, espacios mal aprovechados, zonas muertas, desplazamientos absurdos y energía derrochada. Por suerte, en nuestra latitud hemos practicado siempre la promiscua mixtura. Barrios afables donde las oficinas cohabitan –con leves conflictos consustanciales a la urbe– con bares, tiendas, viviendas, hoteles o escuelas. Y, precisamente, el Eixample es un tesoro en este sentido. Concentrar en alguna de sus calles un uso específico es contraproducente. Pues 'ipso facto' acontece el fenómeno Enric Granados, monocultivo o tematización que acaba expulsando a vecinos, hartos de tener más restaurantes que portales. Por eso conviene un plan que favorezca la distribución sensata de todo tipo de servicios. Lo hacen todas las ciudades, y la experiencia barcelonesa con el plan de usos de Sant Antoni, vigente desde 2018, ha sido exitosa. Han abierto 186 nuevos comercios, incluidos 9 bares y restaurantes. Similar ha sido el crecimiento en la zona de la calle Girona, con 99 nuevos locales. Con el plan no se han bajado persianas, sino subido casi 300, aupando el pequeño comercio tradicional de proximidad, que tendrá ahora más posibilidad de encaje. La ciudad del “todo a 15 minutos”, que ya gozamos.