El acuerdo de ERC y PSC para aprobar los presupuestos de 2023 es un éxito de la transversalidad y la responsabilidad tan relevante como efímero, a juzgar por las declaraciones de los protagonistas del mismo. Pere Aragonès puede seguir en el Palau después de saborear la quina administrada por los socialistas para hacerle notar su minoría absoluta y Salvador Illa rompe el aislamiento que para el PSC querrían todos los independentistas, aunque para ello haya debido de aceptar el juego de los sinónimos para revivir las grandes infraestructuras exigidas. Es lo que tienen los pactos arriesgados, que incluso hay que acordar el margen de discrepancias en las reacciones posteriores para sacarlos adelante.
Artículo de Jordi Mercader Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Illa administra quina a Aragonès
En los republicanos habrá pesado la agradable sensación de permanecer en el gobierno y en los socialistas, el delicioso reencuentro con la centralidad política
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y el líder del PSC, Salvador Illa, conversan durante una sesión plenaria en el Parlament /
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