En Perú, hasta que la crisis no llega a Lima, no tiene importancia. Son muchos los analistas que afirman que las élites capitalinas (y por lo tanto nacionales) no hicieron caso de las masacres perpetradas por la sanguinaria guerrilla maoísta Sendero Luminoso hasta que no experimentaron el terror de las bombas en sus propios barrios. Algo semejante ha ocurrido con las protestas que estallaron en casi todas las regiones del país en oposición al encarcelamiento del débil y aislado presidente Pedro Castillo desde el mismo día 7 de diciembre del 2022. Unas protestas que, en vez de ir a menos, se han intensificado hasta convertir la capital en un campo de batalla, y que ya se han cobrado más de 60 vidas.
Artículo de Salvador Martí Puig Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Perú: la rebelión de los "pobres diablos"
Las élites que menospreciaron a Pedro Castillo no esperaban que tras su caída se activaría una ola de protestas tan intensa como la que está aconteciendo desde hace un mes y medio
Ilustración de Leonard Beard /
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