En una escapada a Londres, antes del Brexit de las narices, me alargué hasta el distrito de Wapping, cerca del gran meandro que traza el Támesis en torno a la Isla de los Perros, una lengua de tierra que en los mapas parece la de los Rolling Stones. Buscaba atmósfera, supongo. Imaginar cómo sería el mayor puerto del mundo en tiempos de la reina Victoria, con su trasiego de navíos coloniales. Algodón, azúcar, índigo, ron, tabaco, té. Contribuían al viaje en el tiempo algunos callejones supervivientes de la especulación —empedrados, húmedos, oscuros— y las malditas gaviotas, demasiado interesadas en el plato de ‘fish and chips’ que pedí en la balconada de un pub, el Prospect of Whitby.
La espiral de la libreta | Artículo de Olga Merino Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Un gabinete de curiosidades en el barro del Támesis
Sobre el libro ‘Mudlarking’: memoria y objetos perdidos en el río de Londres
El río Támesis, con la noria del London Eye al fondo. /
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