Barcelona está acostumbrada a las disputas políticas, entre gobierno y oposición municipales e incluso dentro de los gobiernos de coalición. La discrepancia es natural y puede ser saludable, mientras no entorpezca el progreso de la ciudad. Esta línea roja la ha recordado media ciudad esta semana, al estallar una honda crisis entre PSC y BComú sobre la restricción de tiendas y bares en el Eixample. Dos modelos distintos que el viernes pasado se nos explicaron como compatibles y este martes, como visiones irreconciliables.
Plaza Menor Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Con el Eixample no se juega
El feroz enfrentamiento entre Comuns y PSC por el plan de usos tiene una semana de margen para evitar un desastre
Una terraza de Cartagena
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