La espiral de la libreta | Por Olga Merino Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

«Dale, papi, dale» y otras letras del perreo

El vídeo de la discoteca Pampara y la hipersexualización de los chavales

Interior de una discoteca en Barcelona. / MANU MITRU

Confieso que no me haría gracia contemplar a mi hija, si la tuviera, con el pompis en pompa, meneando las nalgas con frenesí, como en el vídeo de la discoteca Pampara. Ni ver a mi sobrino completando la coreografía detrás de una chica con movimientos de pelvis igualmente explícitos. Lo llaman perreo, ‘twerking’, reguetón y no sé qué más, bailes urbanos que imitan un coito perruno. ¿Me llevo las manos a la cabeza? No. ¿Me complace? No. ¿Es la mirada lúbrica del adulto la que estropea el asunto? No del todo. ¿Empodera el perreo a las chicas? Van a volverme majareta. ¿Prohibimos las canciones? Ni mucho menos. Tampoco sé si voy a salir airosa del cenagal en el que acabo de meterme, a lo tonto.