Gárgolas | Artículo de Josep Maria Fonalleras Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Un día de fiesta

Fuera de cámara, fuera del tiempo presente, se impone la presencia cercana del Holocausto, una sombra que ennegrece toda la pantalla

79th anniversary of the uprising at the Treblinka extermination camp / EFE / PAWEL SUPERNAK (Efe)

Se conserva parte de un documental ('El Führer obsequia a los judíos con una ciudad') donde se representa lo que los nazis llamaron 'Verschönerungsaktion' (“campaña de embellecimiento”) y que consistió, en 1944, en la ejecución de una farsa en la que los 'habitantes' del pueblo de Terezín, en Checoslovaquia, se vieron obligados a simular una vida normal ante los observadores de Cruz Roja que querían comprobar (¡en 1944!) el trato que recibían los judíos en aquella ciudad amurallada que, de hecho, era un campo de concentración que los alemanes rebautizaron como Theresienstadt. La iniquidad fue ominosa, y hay dos escenas que la ejemplifican. La asistencia a un partido de fútbol y un concierto de música clásica en el que los asistentes (mirada perdida, alma cadavérica) son empujados a escuchar la sinfonía que les regalan los verdugos como si se tratara de una sofisticada cita cultural. Da escalofríos observar cómo aquellos que están a punto de morir (enviados al exterminio a los pocos días) escuchan cabizbajos y vestidos de domingo unas notas macabras, que lo son porque forman parte del teatro del horror.