Artículo de Albert Soler Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

La colonoscopia abre los ojos a Pablo Hasél

El insigne rapero se lamentó del trato “inhumano” que recibió en la prisión, pero debería dar gracias a que ha dado con sus huesos en una celda de estos tiempos

El rapero Pablo Hasél, durante el juicio en la Audiencia de Lleida. / Lorena Sopena / Europa Press

Una colonoscopia es una cosa seria. A algunos les sirve para detectar una anomalía en el intestino y a otros, más afortunados, para darse cuenta de su insignificancia, de la suya propia, no del intestino ni de la colonoscopia. Es el caso de Pablo Hasél, de quien nadie se acordaba y gracias al tubo con cámara que pretendían introducirle por su orificio trasero, hemos caído en la cuenta de que sigue en la cárcel. Hasél fue un rapero adoptado como mascota por el lacismo, no porque a los lacistas les interesara lo más mínimo su suerte –no digamos sus presuntas canciones–, sino como pretexto para armar un poco de bronca callejera, ya saben, quemar un par de contenedores y lanzar una china a un coche de la policía, que ahí terminó la revolución. Ahora, ya ni para eso interesa, o sea que Hasél puede pudrirse en la cárcel esperando inútilmente que alguien alce la voz por él. Por suerte, la colonoscopia ha acudido en su auxilio y nos ha recordado que sigue preso. Cosa que tampoco importa a nadie, pero mira, por lo menos lo tenemos ubicado.