Tres sabios oriundos de reinos orientales, de Persia, de Arabia y de la India lejana, pusieron rumbo a Judea montados en sus camellos, siguiendo el fulgor de un cometa. Atravesaron el desierto sin perder la esperanza, aun cuando a lo largo del camino las nubes entintaban la estela de fuego en el cielo. Avanzaron confiando en su instinto. O en sus dotes proféticas. «¿Dónde está el rey de los judíos?», preguntaron los magos a Herodes llegando a Jerusalén. Según la tradición cristiana, fueron los primeros gentiles en ver a Jesús, a cuyo pesebre llegaron siguiendo el rastro de la estrella, convencidos de la condición divina del recién nacido. El astro se detuvo sobre el niño: una epifanía, un golpe de clarividencia. Creyentes y no tan creyentes lo celebran, ya casi despojado de sentido, cada 6 de enero.
La espiral de la libreta | Artículo de Olga Merino Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Pequeñas epifanías cotidianas
Sobre los magos de Oriente y otras repentinas iluminaciones
Alexander Fleming, en un laboratorio del Hospital del Mar, en 1948.
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