Este no es un artículo a favor o en contra de Ada Colau ni de cualquiera de los que aspiran a sustituirla. Es un grito a favor de Barcelona, tras el hartazgo que me producen la mayoría de las opiniones pesimistas o alarmistas que leo sobre la ciudad. Con todos sus problemas, incluso el de la suciedad insoportable que invade la calle donde vivo, frente al parque de la Ciutadella, Barcelona sigue siendo una ciudad excepcional, de acuerdo con los estándares que me parecen relevantes para valorar una capital en el siglo XXI. Una de las mejores ciudades del mundo. Cara para vivir, ciertamente, como todas las capitales, atractiva para trabajar, y espléndida para disfrutar. ¿Cómo es posible que se le reconozcan tantas virtudes desde fuera mientras desde aquí se anuncia el fin de todas las Barcelonas de las que nos enorgullecimos? No hace falta ser votante de Colau para indignarse ante tanta opinión despistada o malintencionada. Entre otras cosas, porque las virtudes actuales de Barcelona no son solo obra del último consistorio. Llevan la impronta de distintos alcaldes, empezando por Pasqual Maragall.
Artículo de Andreu Claret Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Barcelona necesita más consenso
Alimentada por quienes consideran suya la ciudad, la irritación actual puede desembocar en una involución. Sería un desastre, porque Barcelona sigue siendo una ciudad prodigiosa
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, en un acto en la Universitat Pompeu Fabra. /
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