Las últimas semanas de este año vienen cargadas de tensión balcánica. Desde agosto se ha ido observando un recrudecimiento de los enfrentamientos entre Pristina y Belgrado focalizados en la parte norte de Kosovo. Las tensiones ente las partes han sido recurrentes desde la declaración de independencia de Kosovo. La más reciente comenzó en verano con la crisis de las matrículas que fue tomando cada vez más fuerza y que finalmente desembocó en la dimisión en noviembre de los representantes serbokosovares del Parlamento, el poder judicial y la policía, y de los cuatro alcaldes de los municipios de mayoría serbia. Los hechos de los últimos días tienen que ver precisamente con la convocatoria de elecciones en esos municipios ya que los serbokosovares se niegan a participar en ellas hasta que el Gobierno de Pristina aplique el acuerdo auspiciado por la UE en 2013 que les concede una mayor autonomía local. Por supuesto, Pristina se niega bajo la alegación de que esto favorecería la injerencia Serbia en la zona. Hasta aquí los hechos.
Artículo de Ruth Ferrero-Turrión Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Tensar la cuerda en Kosovo
Lo que se observa estos días sobre el terreno son esencialmente maniobras políticas por ambas partes con la intención de medir las capacidades del contrario en la mesa de negociación
Manifestantes serbokosovares portan una bandera de Serbia gigante en una protesta contra el Gobierno en Rudare, Kosovo. /
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