Más allá de cuestiones como la precipitada e inoportuna reforma del delito de malversación, dirigida a beneficiar a un puñado de personas implicadas en el referéndum del 1-O de 2017 y que ha provocado duros ataques al Gobierno, el grado de aspereza que ha alcanzado el debate político en España tiene poca justificación. Lo decía hace unos días el semanario británico ‘The Economist’, nada sospechoso de izquierdismo. Parece ingenuo defender esta opinión en medio del barrizal en que se ha convertido la discusión pública y de la triste percepción que tiene la ciudadanía de la situación. Pero a nadie se le escapa que la estrategia de la polarización / crispación va dirigida a eso, a extender la idea de que todo lo que hace el Ejecutivo no solo es equivocado, sino un desastre que coloca al país al borde mismo del precipicio. En lo económico, en lo social, en lo institucional. No hay más que escuchar a los portavoces de la oposición para pensar que todo el bienestar acumulado en los últimos 40 años está a punto de caer por el despeñadero por culpa de Pedro Sánchez, ese presidente aborrecido por la derecha española y jaleado, sin embargo, por la europea.
Artículo de Rosa Paz Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Han de helarte el corazón
La estrategia de la crispación busca extender la idea de que todo lo que hace el Ejecutivo no solo es equivocado, sino un desastre que coloca al país al borde del precipicio
Isabel Díaz Ayuso.
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