Año 2022. Hace un siglo que el equipo de Howard Carter dio con Tutankamón, y celebramos el centenario del nacimiento de Jordi Sabater Pi. Dos genios que tienen mucho en común. Y es que la ciencia supone «cosas maravillosas»: las que vio Carter al introducir una vela en la oscuridad de la antecámara sellada, y las que observó Jordi Sabater Pi en los bosques de Guinea Ecuatorial, tras la pista de chimpancés y gorilas. Pero también comporta cosas miserables: la envidia y los desaires del mediocre. Y antes que nadie se ofenda, o se de por aludido, me enmarco dentro de la mediocridad. En comparación con la mayoría de los mortales, solo destaco por mi pie: entre un 49 y 52 europeo, según los caprichos inescrutables del fabricante de calzado.
Artículo de Jordi Serrallonga Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Howard Carter, Sabater Pi y un primate
El arqueólogo y el naturalista labraron sus carreras de forma autodidacta, hasta conseguir realizar un sueño que hoy inspira la vocación científica
Leonard Beard. /
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