Arenas movedizas | Por Jorge Fauró Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

La eterna juventud

No ha habido una sola generación en la historia que no denostara a la anterior. Cada vez que se cuestiona a los jóvenes se les lanza el mensaje de que solo les queda gestionar la miseria

Jóvenes trabajando en las oficinas de una ’start-up’ de Barcelona. / RICARD CUGAT

Debe de ser muy duro para un joven recién incorporado al mercado laboral escuchar que si en el último trimestre se ha generado empleo es gracias a los méritos del político que está gobernando y no del que obtiene el trabajo. O leer la valoración de un miembro cualquiera de la oposición, la que sea, en cualquier ámbito -nacional, autonómico, municipal-, que, por menoscabar la labor del Gobierno, atribuye el incremento de puestos de trabajo a la coyuntura, al fin de la pandemia, a la temporada veraniega, a la campaña de Navidad o vaya usted a saber por qué. Curiosamente, nunca es mérito del joven (o del no tan joven), de sus aptitudes o de su esfuerzo, o de lo habilidoso que uno sea recién entrado en la edad adulta para convencer a una empresa de que es la persona idónea para un puesto en la organización. Siempre es el contexto, la circunstancia, la bonanza económica o el gol de Marcelino. En contadas ocasiones se le apunta el tanto a quien logra ese empleo, como si a cambio de reducir la estadística de parados hubiera que agradecer, además, haber logrado un trabajo en las condiciones precarias en las que una persona entre los 18 y los 30 accede al mercado laboral.