La espiral de la libreta Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Edmundo Bal, el ego y el espacio liberal

Más bien, parece que en Ciudadanos ha estallado el sálvese quien pueda

Inés Arrimadas y Edmundo Bal, en el pleno del Congreso.

A la luz indecisa del atardecer, esa hora que los franceses llaman entre el perro y el lobo, salgo a un recado y, de paso, a tirar la basura. En dirección contraria, se aproxima un matrimonio entre la mediana edad y la jubilación con una disputa civilizada entre manos. Cuando nos cruzamos, el hombre clava los zapatos sobre la acera como una mula terca, negándose a dar un paso más, al tiempo que le suelta a la mujer: «¡Y yo soy yo!». Acto seguido, se reafirma ajustándose las gafas en el puente de la nariz. Me quedaría con gusto metiendo baza en la agarrada si no fuera porque nadie me ha dado vela en el entierro y porque llevo una bolsa de basura en la mano, así que avanzo hacia el contenedor sintiendo una íntima complicidad con el caballero. Sí, señor: en ocasiones, hay que plantarse. Yo soy yo, y no me toquéis más los bemoles. Uno cede, se deja llevar al huerto, contemporiza por tener la fiesta en paz y, al final, te toman la cabellera. Sanseacabó. Apostaría a que la pareja estaba intentando cuadrar el rompecabezas navideño de quién almuerza en casa de quién, vadeando cuñados y viejas rencillas familiares.