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La soledad buscada de Pedro Sánchez

Pedro Sánchez celebra su triunfo en las primarias del PSOE, el pasado 21 de mayo.  / EFE / JAVIER LIZÓN

Hace justo una semana, Pedro Sánchez aprobó de una tacada el bloque legislativo que deja solo en sus manos la convocatoria de las elecciones generales del año próximo. Sánchez ya solo depende de Sánchez, dijimos entonces. Desde ese momento, se ha coronado como primer presidente español de la Internacional Socialista. Le pasa un poco como a Felipe González, que fuera le reconocen más que en su propia casa. Javier Lambán, presidente de Aragón, por ejemplo, se ha permitido el lujo de decir que a España le hubiera ido mejor sin Sánchez. Al menos ha tenido el buen gusto de dejar abierta la posibilidad de que a los españoles les haya ido mejor. Pero lo más curioso de la semana, dejando de lado la alcaldada que ha condenado al TC a una mayoría progresista precaria, ha sido cómo el coro de altavoces mediáticos de la Moncloa han convertido en hechos las presuntas intenciones del presidente ahora que vuelve a caminar en solitario, sin otro peso que su mochila, aligerado de la coalición de Gobierno y de los socios de la investidura/moción de censura. Algunos llegan incluso a insinuar que el Gobierno se puede romper antes de la primavera.