Los ha visto todos. Desde el primero, que se saldó con la derrota patética del equipo de Qatar y la deserción de su afición a medio partido. Vaya birria de compromiso y qué derroche de estadio medio vacío. Sí, no se ha perdido ni un solo partido de este Mundial de vergüenza. Fútbol es fútbol, se dice. Y trata de no levantar la mirada del terreno juego. La mirada metafórica, se entiende. Él ya se lamentó y protestó a quien quisiera oírle sobre la designación. Que el mundo del fútbol apesta, lo sabe muy bien. Otra cosa es convertir el Mundial, la gran fiesta, la Navidad de los forofos, en esta orgía de los mercaderes. Y sin hijo de dios para expulsarlos. Maradona que estás en los cielos, alguna manita -otra- podrías haber echado.
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Los mercaderes del templo
Esta semana, la escritora Emma Riverola se cuela entre las dudas y contradicciones de un forofo del balón
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