La idiotez adquirió un inesperado prestigio, no exento de patetismo. Pasó de ser vergonzosa y tétrica a útil, casi alegre. Apenas quedan idioteces al azar, espontáneas, achacables a un desliz, que dices y al instante te llevas la mano a la boca, reprochándote «Pero qué he dicho. Me quiero morir». Ahora una idiotez es el resultado de un cálculo que te llena de orgullo. En organizaciones como Vox, y para sus acólitos, es el equivalente al viejo 'merchandising', una genialidad, polvos mágicos. Cada vez que vemos a alguien incurrir en una orgullosa tontería, y pensamos legítimamente «¿Pero este tío es normal?», resulta que está cosechando un pequeño éxito. Durante todo el día, y a lo mejor durante un par de jornadas, consigue que no se hable de otra cosa. Una buena idiotez es oro para ellos. Dicho esto, la idiotez posee una segunda ventaja: sirve para identificar a un idiota.
Parece una tontería | Artículo de Juan Tallón Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Los idiotas
Ahora una idiotez es el resultado de un cálculo que te llena de orgullo. En organizaciones como Vox es el equivalente al viejo 'merchandising', una genialidad, polvos mágicos
Manifestación VOX Santiago Abascal
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