Dicen que la distancia es el olvido, yo qué sé, no me acuerdo, lo que es seguro es que la distancia es la distorsión. Gracias a la distancia que separa España de Waterloo, hay bastantes catalanes que han olvidado al Vivales, pero lo más curioso es que hay lacistas que lo tienen por un líder. Eso es la distorsión de la distancia. Visto a más de mil quilómetros, cualquier pelagatos parece un estadista, sobre todo si no tiene otra ocupación que recibir de vez en cuando a un par de negritos que le cuentan al padrecito blanco las cuitas que padecen en su región. Los pobres africanos que de tarde en tarde son agraciados con una visita al bwana Vivales y corren a hacerse una foto con él, deben de pensar que entre oprimidos van a entenderse. Hasta que ven el casoplón de la Casa de la Republiqueta, recuerdan cómo viven ellos y entonces caen en la cuenta de que, como diría Orwell, todos los oprimidos son iguales, pero algunos son más iguales que otros.
Ventajas de la distancia Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Un cuadro al revés colgado en Waterloo
No es que el Vivales goce actualmente de mucho prestigio, pero con su regreso se arriesga a perder el poco que le queda
El expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, en una foto de archivo. /
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