El desliz | Por Pilar Garcés Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

El derecho humano a blasfemar

Sustituir los tacos por palabras que suenan parecido no tiene el mismo efecto terapéutico que soltarlos a calzón quitado. Lo dice la ciencia, que considera los juramentos un medio perfecto de expresión emocional

Discusión entre vecinos por una derrama.

"Mieeeeeeércoles», gritaba mi madre cuando algo se le torcía. «La ossssssssss… curidad de la noche», aulló mi padre la mañana que el grifo que acababa de arreglar salió propulsado, inundando el baño. Cuando el tercer día de la semana o la aterradora tenebrosidad de la noche brotaban de los labios de nuestros progenitores, los hermanos procurábamos escampar. «Cojines, dijo la marquesa, que creían que era muda», es mi exabrupto favorito apto para oídos infantiles. De pequeña me imaginaba a una aristócrata reclinada en su cama, pidiendo más almohadas para pasmo de quienes pensaban que no era capaz de hablar, lo cual tenía poco que ver con el gol anulado, el vaso roto o la aparición de Fraga en el Telediario que habían provocado su invocación. En cuanto tuvimos edad para pronunciar nuestras primeras palabras malsonantes ocurrieron dos cosas paradójicas. Por un lado nuestros padres nos echaron en cara la decepcionante mala educación que demostrábamos, con el esfuerzo que ellos habían hecho por no soltar tacos en nuestra presencia. Por otro, se sintieron liberados para pronunciar a calzón quitado todos esos términos largamente reprimidos, en plan familia que jura unida permanece unida. Al fin pudieron desenroscar la válvula de presión, abandonar para siempre el uso de ‘jopetas’ y quedarse a gusto. Pienso con agradecimiento en toda esa mala leche retenida por haber sido expulsada en forma de eufemismos y no con una buena palabrota, otro esfuerzo sumado a todos los que conlleva la crianza. Ahora sé por experiencia lo interminable que se hace el tiempo que pasas sin poder ciscarte en todo lo que se mueve, cuando la ocasión lo requiere, porque se debe dar ejemplo. Miércoles.