Este 2022 hemos asistido, de nuevo, a una representación teatral de las cumbres del clima que ya nos sabemos de memoria. Los primeros días nos ofrecen la conocida -y muy justificada- indignación con las fotografías de jets privados volando hacia el lugar de reunión. Allí, en un enclave turístico buena parte de cuyas playas serán devoradas a lo largo de las próximas décadas por un mar en ascenso, se han concentrado decenas de miles de personas. Esto, que ya de por sí constituye un ejercicio de insostenibilidad rampante, ha contado con momentos de puro absurdo, como cuando la aplicación móvil de la COP27 envió al teléfono de los asistentes la propuesta de excursiones en el propio día, avión mediante, a Luxor y Cairo.
Artículo de Andreu Escrivà Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
COP27, el fracaso del futuro
No hay intención alguna de que las emisiones toquen techo en 2025 y en 2030 supongan la mitad del volumen de 2010, elementos imprescindibles para mantener vivo el objetivo de no superar un grado y medio de calentamiento
Un policía egipcio frente al Centro Internacional de Congresos durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático COP27 en Sharm El-Sheikh. /
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