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Catar, un Mundial para sonrojarse

Turistas y aficionados se hacen fotos frente al cartel Copa Mundial de la FIFA Qatar 2022 en el Doha Corniche antes de la Copa Mundial de la FIFA Qatar 2022. / DPA/FEDERICO GAMBARINI

“Antes de que empiece a rodar el balón todo resulta indigno”, afirma Jordi Puntí en su columna del último jueves en EL PERIÓDICO. Sí, es cierto, todo resulta indigno: el mismo día, dabas vuelta a la página y asomaba este titular bajo el epígrafe El lado oscuro de Catar: La persecución a las personas LGTB. En días anteriores y posteriores, en todos los medios, desde los más serios a los más ligeros, se multiplicaban las descripciones, las noticias, los datos y testimonios de un pequeño país inmensamente rico, pero también irremediablemente sórdido, sumergido en la sordidez propia de los regímenes autoritarios, sujetos a un dogmatismo estúpido que degrada el legado de la cultura árabe y del islam,  y priva a las mujeres del más elemental de los derechos: la autonomía personal sin cortapisas ni tutelas.