La espiral de la libreta | Artículo de Olga Merino Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

La carrera frenética de los espermatozoides

La fertilidad masculina ha descendido más del 50% en el último medio siglo

Espermatozoides.

En cada eyaculación promedio habitan decenas de millones de espermatozoides, esos renacuajos cabezudos provistos de una cola delgada y muy flexible que avanza como un pistón, mediante la mecánica de impulsarse con un leve retroceso, en el maratón frenético del engendramiento. Un viaje sin retorno río arriba, lleno de peligros y a codazo limpio, un lance en el que solo cabe recompensa para quien llegue primero al óvulo. Tonto el último. El arte de vivir se asemeja más a la lucha que a la danza, dijo el emperador Marco Aurelio, y a fe que la pelea empieza desde bien temprano. Tan despiadado es el combate de la fecundación que, en un día malo, en derrota pero nunca en doma, siempre podías infundirte ánimos recordando que fuiste un campeón, el más listo, fuerte y rápido entre millones de colegas. Pero ya no se estila ese mantra; ahora triunfa el ‘quite quitting’, la renuncia silenciosa, el preferiría no hacerlo. Llegar el primero, ¿para qué? Se antoja más apetecible permanecer en el nirvana testicular, como Woody Allen en la peli ‘Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar’, un pobre espermatozoide disfrazado de ‘teletubbie’, muerto de miedo ante la incertidumbre y la oscuridad, que pretexta haber quedado a cenar a sus padres para zafarse de la aventura.

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