Bienvenida sea una reforma del delito de sedición que haga desaparecer su arcaica denominación y que rebaje su excesiva pena, cosa que también habría que hacer, de hecho, con otros delitos, estableciendo, por cierto, un sistema de cómputo de la pena que se base en algo un poco más científico que la percepción intuitiva de gravedad de un hecho por parte de un legislador. A veces, parece que en esta materia no hemos salido de los antiguos 20, 50 o 100 latigazos que imponían algunas leyes antiguas.
Artículo de Jordi Nieva-Fenoll Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Sedición y malversación: que los árboles no impidan ver el bosque
Lo que llevó a la cárcel a los líderes independentistas no fue tanto su desobediencia como una respuesta desproporcionada de algunos actores que vieron una rebelión –en el último momento, sedición– donde solo hubo una desobediencia
Pedro Sánchez, durante la entrevista con LaSexta
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