Las masas que hace 80 años dedicaban la mañana del domingo a ir a misa, ahora salen a correr por los parques, los caminos y las calles. En ambos casos, les alienta el miedo a la muerte y su deseo de prolongar la vida que, aunque llena de quejas y lamentos, es un tesoro al que pocos quieren renunciar. Vivimos un boom de carreras populares. Más de 6.000 catalanes participan en la Behobia-San Sebastián, un trayecto casi para profesionales. Correr es bueno para el cuerpo, especialmente para compensar el sedentarismo de nuestras actuales formas de vida. Es evidente que las sociedades agrarias o puramente industriales no necesitan inventar formar artificiales de ejercicio físico, les bastan las laborales. Pero correr también es bueno para el alma o para la mente, digámoslo como más nos guste. Proporciona un espacio de soledad, de silencio y de alejamiento de la pantalla del móvil. Y para una sociedad, es bueno que los individuos que la componen sean reflexivos. Sobran exaltados, más ahora que en las redes amplifican su griterío y llegan a pensar que tienen razón.
NEWSLETTER Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Un país que corre
El ’running’ es uno de los deportes preferidos de los ’muppies’. /
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