La espiral de la libreta Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Sobre el placer de leer diarios íntimos

Virginia Woolf se ejercitaba con media hora de escritura descuidada después del té

Habitación de escritura de Virginia Woolf.

¿Por qué se lleva un diario? Ni idea. Siendo un género tan maleable, el más dúctil, puesto que sus páginas admiten casi cualquier ingrediente —poemas, un 'collage', aforismos, la factura de un restaurante e incluso la semilla de un relato—, cada autor barajará sus razones. Tampoco hace falta un porqué para todo. En los estupendos diarios de Patricia Highsmith —todavía voy por la mitad—, la autora norteamericana confiesa que necesita sus cuadernos porque la ayudan a aclararse la cabeza y le permiten, siquiera por un instante, vivir en el presente puro (“me calma durante unos momentos”). Leyendo los de Virginia Woolf, da la impresión de que los mantenía para ejercitar la muñeca, para no perder mano, como el guitarrista practica a diario sus arpegios o la bailarina sus ‘pliés’ en la barra; el domingo de Pascua de 1919, por ejemplo, anotó: “Creo que, durante el año pasado, he podido advertir cierto incremento en la facilidad de mis escritos profesionales, que atribuyo a esa media hora de escritura descuidada, después del té”.

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