Antes del pasado verano, en el debate sobre el Estado de la Nación, Pedro Sánchez compareció convencido de que su problema y principal amenaza residía en la creciente desafección del votante progresista hacia el Ejecutivo de coalición. La solución pasaba por girar a la izquierda para volver a seducirles. El anuncio de los impuestos a la banca y las eléctricas supuso el primer movimiento para acercarse a ese electorado desanimado. La respuesta, en forma de gravamen a las grandes fortunas, a las bajadas en el impuesto de patrimonio anunciadas en cascada por los barones populares, fue el segundo movimiento para levantar el ánimo rojo. La sustitución del delito de sedición por uno de desórdenes públicos agravados, incluyendo una reducción de dos tercios en las penas, completa el giro seductivo.
Artículo de Antón Losada Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Seducción
En Moncloa asumen, con buen juicio, que incluso los votantes socialistas más reacios amortizarán esta decisión con el mismo pragmatismo con que dieron por saldados los indultos
El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene en un acto en Vitoria-Gasteiz. /
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