Caminando por ahí, aparecen grafitis y muestras de arte urbano que toman la temperatura emocional del momento con más precisión que los viejos termómetros de mercurio. Entre los últimos avistamientos, un adhesivo cerca del parque Güell y su colosal dragón de mosaico que dice: «Ni guiris ni porno–Gaudí». En Gràcia, otra consigna pegada en un muro, esta vez en inglés: «Being too aspirational is repellant now» (o sea, ante tanta desigualdad en el mundo, resulta estomagante el cuento de la escalera, la aspiración hueca de convertirse en una ‘influencer’ como Kim Kardashian). En el Raval, una especie de pasquín, con el dibujo de una mujer atribulada frente a una mesa de despacho y una leyenda, escrita con deje argentino, que aconseja: «¡Querete más! Comprate zapatos más cómodos para trabajar». Una alusión a los empleos vampíricos, sin vacaciones ni horas extra remuneradas ni sueldos dignos ni contratos fijos. Ni esperanza. Afloran aquí y allá diversos desasosiegos que parecen beber del mismo pozo: la necesidad de parar la locomotora.
La espiral de la libreta | Artículo de Olga Merino Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
El derecho moral a respirar, a desviarse
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Bosque en el Montseny. /
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